EL PSICÓPATA SUBCLÍNICO O INTEGRADO EN LAS RELACIONES DE PAREJA: EL MALTRATO PSICOLÓGICO

“EL PSICÓPATA SUBCLÍNICO O INTEGRADO EN LAS RELACIONES DE PAREJA: EL MALTRATO PSICOLÓGICO”

«THE SUBCLINICAL PSYCHOPATH WITHIN A RELATIONSHIP: PSYCHOLOGICAL VIOLENCE»

Paz Velasco

Publicado en QdC nº 31.

PALABRAS CLAVE / KEY WORDS

Psicopatía / Psicopatía clínica / Psicopatía subclínica.

Psychopathy / Clinical psychopathy / Subclinical psychopathy.

RESUMEN / ABSTRACT

El psicópata subclínico forma parte de nuestra sociedad, está totalmente integrado en ella, pasa desapercibido, tiene un buen puesto de trabajo y una vida social y familiar que ante la vista de los demás es casi perfecta. Sin embargo estamos ante un «depredador emocional» siendo el causante de un intenso sufrimiento: el maltrato psicológico a su pareja, una violencia invisible y muy difícil de detectar.

The subclinical psychopath who talk among us are often those who hold upstanding positions in society. This individual is fully integrated and goes unperceived. Yet, we are faced with an ‘emotional predator’, a subject capable of causing intense suffering: psychological violence, an invisible issue which is hard to detect.


La mayoría de nosotros cuando escucha la palabra psicópata, cree erróneamente que se trata de ese asesino despiadado que tantas veces queda reflejado en películas y series de televisión, siendo uno de los más conocidos el Dr. Hannibal Lecter.  Estamos  inmersos en una sociedad muy mediatizada por los estereotipos que presentan a este tipo de individuos, sobre todo a través del cine, la televisión e incluso algunos Best Seller. Sin embargo, no es así. Muchos de estos psicópatas están integrados en nuestra sociedad, están entre nosotros y pasan totalmente desapercibidos, porque muchos de ellos no comenten ilícitos visibles. De hecho en muchos casos la psicopatía está socialmente aceptada como un comportamiento adecuado, sobre todo en determinados ámbitos laborales [1]. Sin embargo el impacto que las personalidades psicopáticas puede tener en la vida diaria es muy preocupante a la vez que destructiva. Se trata de personas que cumplen con los requisitos de la psicopatía pero que no se involucran en conductas delictivas. El perfil psicosocial del psicópata subclínico o integrado es fácil de establecer; lo que no resulta sencillo es identificarlos sin utilizar las herramientas adecuadas que actualmente han sido validadas a nivel internacional.

  Los conceptos actuales de psicopatía tienen su origen en el trabajo de Hervey Milton Cleckley [2] llevado a cabo en los años cuarenta. Cleckley determinó que la psicopatía es un conjunto de rasgos afectivos, interpersonales y comportamentales que se caracterizan por la ausencia de nerviosismo, insinceridad, incapacidad para amar, ausencia de culpa o remordimientos y una carencia general de reacciones afectivas. La hipótesis principal de H. Cleckley en relación a este tipo de psicópatas es que presentan un déficit afectivo al que denominó AFASIA SEMÁNTICA: es decir, es capaz de sentir emociones a un nivel muy superficial. En los años 80 Robert Hare, utilizando los criterios de Cleckley, creó un instrumento de evaluación denominado PCL [3] (Psychopathy Checklist) y desde ese momento la psicopatía pasó a entenderse como un trastorno de la personalidad compuesto por dos factores:

 FACTOR I (interpersonal/afectivo): abarca rasgos de personalidad como grandiosidad, crueldad, falta de empatía (falta de empatía emocional, ya que sí disponen de empatía cognitiva), falta de culpa y de remordimientos, frialdad emocional y una gran capacidad para manipular a los demás.

 FACTOR II (desviación social): este se refiere más a un comportamiento antisocial, que se describe como un patrón de comportamiento inestable, impulsivo y de gran versatilidad criminal.

 Tradicionalmente se ha estudiado este trastorno de la personalidad en población penitenciaria, puesto que se tiene un fácil acceso a la muestra y es donde más probabilidades hay de encontrar psicópatas. Sin embargo, no todos los sujetos con rasgos y conductas psicopáticas están en prisión. El grupo de sujetos que no han llevado a cabo conductas delictivas y por lo tanto no han entrado en ningún momento en contacto con el sistema judicial, son los psicópatas subclínicos [4] o los psicópatas integrados en nuestra sociedad. El término “subclínico” se refiere simplemente al hecho de que estos sujetos nunca han ingresado en prisión, no que no tengan los rasgos necesarios para ser considerados psicópatas. La variedad subclínica de este tipo de personalidad es mucho más habitual que la clínica o la jurídico forense y vive integrada en nuestro entorno cotidiano entre todos nosotros, pudiendo encontrarlos en despachos, grandes empresas y multinacionales, ámbito de la política, finanzas, es decir: en cualquier ámbito de nuestra sociedad y muy cerca de nosotros.

 La diferencia fundamental entre los psicópatas criminales y los psicópatas integrados (no criminales) es la concreta comisión del ilícito penal (robo, prevaricación, delito fiscal, homicidio, agresión sexual) puesto que ambos tipos de psicópatas tienen la misma estructura básica de personalidad y emociones siendo diferentes en la vertiente conductual: unos son antisociales y delincuentes y otros no.  Así desde el punto de vista jurídico forense tenemos  el concepto de psicopatía criminal y la diferencia con la psicopatía subclínica radica por lo tanto en su vertiente conductual. En la siguiente tabla podemos ver los rasgos psicopáticos según la perspectiva de H. Cleckley (psiquiatra norteamericano) y Robert Hare (psicólogo forense canadiense).

RASGOS DEL PSICÓPATA Y SU RELACIÓN EN PAREJA

Los psicópatas tratan a los demás como meros objetos, “cosifican” a las personas y actúan siempre en su propio beneficio, puesto que se trata de personas muy egoístas. Sus marcas de identidad son el engaño, la mentira, el desprecio por los demás, y su falta de empatía. Su personalidad se caracteriza por su locuacidad, su gran encanto superficial, un exagerado sentido de su propia valía, un marcado egocentrismo, una continuada manipulación de los demás y su incapacidad para establecer relaciones afectivas con los demás (Hare, 1984; 1993).

 Tienen tendencia hacia la grandiosidad, la insensibilidad emocional, la manipulación y la dominación así como una alta autoestima y frecuentemente son encantadores y divertidos, pero también son impulsivos y astutos. Sin embargo su principal problema es su falta de empatía [5]: cuando a una persona no le importan en absoluto los sentimientos de los demás ni repara en las consecuencias negativas que su conducta puede provocar en ellos es evidente que este sujeto no mostrará escrúpulos para hacer lo que él quiera y cuando él quiera, si con ello logra sus fines que siempre estarán enfocados a conseguir beneficios concretos de diversa índole: sexuales, económicos, posición social, prestigio académico, reconocimiento ante terceros, ascensos profesionales, protagonismo mediático etc.

 Sus conductas se basan en el engaño y en la desconsideración hacia el resto de personas, llevando a cabo actos que no les generan el más mínimo remordimiento sino tan sólo indiferencia hacia el sufrimiento emocional que sus actos provocan en los demás (Goleman, 2006). Pueden destacar en la competencia de la cognición social teniendo una comprensión exclusivamente intelectual de las reacciones interpersonales y de las normas que rigen la convivencia en sociedad lo que juega a su favor, puesto que puede manipular mejor a sus víctimas ya que en el plano emocional, es decir en la comprensión empática y de los sentimientos es donde fallan (Cleckley, 1976; Wai y Tiliopoulos, 2012).

   La agresión física es fácilmente detectable debido a que los signos externos de dicha agresión son observables, pero el maltrato psicológico [6] no es tan evidente de cara a su detección. El maltrato psicológico es una violencia invisible [7] y es cualquier conducta, física o verbal, activa o pasiva, que atenta contra la integridad emocional de la víctima en un proceso continuo y sistemático (Loring, 1994) con el fin de producir en la víctima intimidación, desvalorización, sentimientos de culpa y sufrimiento. Este maltrato psicológico puede consistir en humillaciones, descalificaciones [8] o ridiculizaciones (tanto en público como en privado), negación de sentimientos, falta de apoyo hacia su pareja y falta de empatía, comentarios de infravaloración, conductas de no reconocimiento del éxito personal y profesional de su pareja, aislamiento social y económico de la pareja frente al resto del grupo e incluso puede llegar a provocar daños en propiedades de la víctima.

   Los psicópatas subclínicos son propensos a involucrarse en conductas sexuales de riesgo y a emplear tácticas coercitivas para obtener sexo, incluyendo el uso de drogas o actos de intimidación física o verbal. Esto último indica que los psicópatas utilizan el miedo y otras tácticas de manipulación para dominar y controlar a sus parejas. Es habitual la táctica de “caza furtiva” de las parejas de otros y tácticas de retención de parejas (Buss, 1998; Jonason y Karanahg, 2010; Jones y Paulhus, 2011). Emplean su característico encanto superficial, locuacidad, sus habilidades manipulativas y demás rasgos que le caracterizan para conseguir tener otras relaciones incluso teniendo pareja estable. Este tipo de psicópatas utilizan diversas tácticas tanto para cazar potenciales parejas como para quitarles la pareja a otros que les sirvan de relaciones breves y superficiales, como tácticas para la retención de estas parejas durante un tiempo más prolongado con el objetivo de obtener beneficios aun siendo infieles. Tienen altos índices de impulsividad y asunción de riesgos. Buscan de modo constante la novedad en sus vidas y de ahí que tengan más parejas sexuales y un estilo de emparejamiento menos restrictivo, siendo infieles a la persona con la que han llegado a un compromiso.

  El perfil cognitivo conductual del psicópata integrado es multifacético. Mienten de forma brillante, en muchas ocasiones por el puro placer de hacerlo sin que haya nada obvio que ganar y habitualmente aparentan ser encantadores. Sin embargo esa capacidad de fascinar es su medio para captar el interés de potenciales parejas/víctimas: no hay nada humano detrás de esa máscara. Atacan emocionalmente a sus parejas buscando erosionar su autoestima y avergonzarlas, todo ello con el fin de aumentar el grado de control y su poder sobre ellas, y sobre todo por el mero placer de hacer daño. El psicópata subclínico no quiere en absoluto a su pareja. Sólo se quiere a sí mismo.

EL MALTRATO PSICOLÓGICO: UNA VIOLENCIA INVISIBLE PERO DETECTABLE

Como ya hemos dicho, una agresión física es fácilmente detectable debido a que las consecuencias de dicha agresión son observables directamente en la víctima, pero las manifestaciones del maltrato psicológico no son tan evidentes de cara a su detección. Algunos indicadores (amenazas, insultos, humillaciones, críticas…) hacen el maltrato más obvio pero otros como la manipulación de la información o la desconsideración de las emociones son más sutiles. El abuso psicológico es más difícil de identificar y evaluar que el resto de formas de violencia de modo que su severidad ha de ser estimada en función de la frecuencia con la que se da (delito continuado) como del impacto subjetivo que supone para la víctima.

  El concepto clave es el de patrones de interacción coactiva que trasladado al ámbito de la psicopatía se trata del denominado ciclo de manipulación psicótica (Hare, 1993; Babiak, 1996; Garrido, 2004; Maretan, 2001; Pozueco, 2010) un ciclo coactivo-manipulativo en el que la violencia psicológica en sus más diversas manifestaciones, es el modus operandi de los psicópatas integrados.

   Este ciclo se compone de 4 fases:

  1.- Fase de acecho y seducción. En esta etapa usa la gran capacidad que tiene para encontrar y analizar los puntos débiles de los demás y fijar objetivos. Aborda a esa persona y la seduce a través de mentiras y su locuacidad creando así una falsa imagen de su persona ante ella. Generalmente busca personas con debilidades y propensas a caer en sus engaños.

  2.- Fase de aislamiento y cosificación de la víctima. La cara amable y seductora del psicópata va desapareciendo y aparece una actitud constante de aprecio/menosprecio, buscando un solo objetivo: la dependencia de la víctima. Con ello busca separarla de aquellas personas que puedan servirle de apoyo y sólo le quede él. Además está la tendencia a cosificar a la víctima, tratarla como un objeto lo que se realiza a través de la humillación. Esto crea una gran confusión en la víctima ya que al verse aislada recurre a la dependencia hacia el psicópata. En este momento es cuando el psicópata logra su meta más importante.

  3.- Fase de explotación: la fase anterior se intensifica y las agresiones son mayores, más graves y continuadas. Aumenta el menosprecio hacia la víctima desapareciendo casi por completo las muestras de aprecio. Usa las pocas muestras de afecto/aprecio para volver a atraer a su víctima que encontrándose en estado de confusión vuelve una vez más a creer sus mentiras y a confiar en el repitiéndose el ciclo. Es en esta fase donde la víctima acaba comprendiendo la situación que está viviendo, siendo ella la que tome la decisión de quedarse dentro del círculo vicioso o alejarse.

   4.- Fase de liberación, acoso y abandono. Uno de los dos abandona la relación [9]. En esta situación lo más habitual es que con el tiempo el psicópata siga intentando mantener el contacto con la víctima y la acose, tratando así de que vuelva a entrar de nuevo en el ciclo.

CONDUCTAS DEL PSICÓPATA INTEGRADO HACIA SU PAREJA

En relación a la violencia en la pareja y sus diferentes manifestaciones (física, psicológica, emocional, económica, sexual) ya hay conductas que se muestran en la etapa de noviazgo. Las parejas psicópatas son incapaces de proporcionan una relación íntima basada en el respeto, el amor, el compromiso y la fidelidad siendo mucho más frecuente la violencia psicológica que la física. Las relaciones de pareja de los psicópatas integrados se centran básicamente en mentiras, infidelidades, manipulación e interacción coactiva de diversa índole, lo que hace pensar que las relaciones íntimas con este tipo de sujetos, generan un gran sufrimiento en sus víctimas. Los psicópatas subclínicos agreden psicológica o emocionalmente con la finalidad de ejercer control y poder sobre la víctima puesto que perciben que es una de las maneras más sencillas de aprovecharse de ellas y de obtener beneficio.

   Las conductas habituales de maltrato psicológico del psicópata integrado a su pareja son las que explicitan a continuación, basándonos en los mecanismos encubiertos y manifiestos de Asensi (2008):

  • Humillaciones y desprecio: deja de hablar a la víctima o desaparece sin dar explicaciones. Llega tarde, se burla, utiliza lo que conoce de la vida de la víctima para hacerle reproches y se muestra seductor con otras personas delante de ella para hacerle un daño emocional intenso y continuado.
  • Descalificaciones o ridiculizaciones tanto en público como en privado.
  • Intentos de control y aislamiento: quiere saber todo lo que hace su pareja, exige explicaciones por todo, lanza prohibiciones y amenazas, impone reglas, pretende que no tengas secretos y critica a las personas con las que se relaciona la víctima. En algunos casos el control llega a ser tan extremo que llegan a aislar a la víctima de amigos y familiares. Estaríamos ante una actitud de coerción e intimidación.
  • Aislamiento social y económico.
  • Destrucción o daños a propiedades valoradas por la victima.
  • Agresividad manifiesta y encubierta: muestra enfado frecuentemente y es agresivo verbalmente.
  • Manipulación: pone trampas para ver si la víctima miente o la prueba para ver hasta qué punto le quiere.
  • Negación de los errores y culpabilización externa: no pide disculpas y si lo hace en realidad no lo siente, puesto que volverá a hacerlo. Se niega a discutir las cosas que preocupan a la víctima culpabilizándola de la situación. Cuando culpan a los demás se auto victimizan intentando con ello desviar la atención hacia el comportamiento de su víctima a la que intentan hacer ver a los demás como una persona mentirosa y con claros problemas o incluso acusarlas de llevar una doble vida.
  • Ausencia total de escrúpulos: lanzan acusaciones contra su pareja a personas del entorno de ambos, lo que no les supone ninguna vergüenza o reparo.
  • Vida sexual impersonal o poco integrada: puede llegar a forzar a la pareja a mantener relaciones sexuales o incluso insistir y convencerla para que realice prácticas sexuales degradantes.
  • Fachada externa de buena apariencia: existen grandes discrepancias entre el comportamiento que muestran en público y el que mantienen en la vida privada.
  • Amenazas reiteradas de abandono, divorcio, etc.
  • Maltrato económico: control absoluto de los recursos económicos de la víctima.
  • Maltrato social: bloqueo social de la víctima, aislamiento de sus relaciones interpersonales y degradación de estas.

CONCLUSIONES

Las personalidades psicopáticas son mucho más habituales en nuestra sociedad de lo que parece y su efecto es más grave de lo que creemos puesto que no se limita a aquellas personas que se encuentran en centros penitenciarios cumpliendo condenas por ilícitos penales, sino que en muchas ocasiones se trata de personas cercanas que crean problemas cotidianos. La mayoría de estos sujetos están integrados totalmente en nuestra sociedad, en nuestro entorno y no son detectados a simple vista, lo que les hace aún más peligrosos para sus víctimas.

 La psicopatía integrada predomina en personas de alto estatus social, económico y profesional: médicos, políticos, empresarios, brókeres, abogados. La mayoría de las dinámicas de relación de pareja que lleven a cabo este tipo de personas (hombres o mujeres) están orientadas a la selección de parejas a corto plazo, a crear un ambiente de relación volátil y a maltratar psicológicamente a sus parejas siempre que esta relación perdure, aunque les serán infieles. Son incapaces de mantener un compromiso porque la fidelidad, el respeto y el amor no tienen para ellos ni valor ni significado. Son emociones que cognitivamente entienden desde el punto de vista social, pero son incapaces de sentirlas y de llevarlas a la práctica, lo que hace que el sufrimiento de sus víctimas sea agónico e invisible a los ojos de las personas que las rodean.

[1] Actualmente se tiende a valorar determinadas aptitudes que pueden ser características de los psicópatas como beneficiosas para determinados puestos de trabajo e incluso se potencian como valores positivos en nuestra sociedad (un ejemplo podemos verlo en la serie norteamericana House of Cards). Hare, en su libro Snakes in suits: when psychopaths go to work (2006) establece cuatro explicaciones de porque se valoran esas aptitudes hoy en día en el trabajo.

[2] Hervey Milton Cleckley es el máximo exponente de lo que actualmente se denomina psicopatía subclínica, llevando a cabo sus estudios sobre médicos, abogados, profesores y psiquiatras, todos ellos psicópatas socialmente integrados. Fue en su obra The Mask of Sanity (1941) en la que estableció los 16 criterios diagnósticos de la psicopatía que estudió en población  no delincuente.

[3] El PCL-R es la herramienta de evaluación más conocida a nivel internacional y se emplea para evaluar la psicopatía en contextos jurídicos y penitenciarios, pero no en la población general. Aunque entre 1980 y 1985 elaboró un borrador de un listado de características psicopáticas, no fue hasta 1991 cuando terminó de depurarlo y publicarlo oficialmente.

[4] La primera vez que se apuntó a la existencia de este segundo tipo de psicópata como una categoría separada fue en el libro Die Psychopathischen Persönlichkeiten del psiquiatra Kurt Schneider. Consideraba que fuera de los casos de psicópatas criminales era posible que personalidades de este tipo vivieran al margen de la actividad delictiva y tuviesen una vida social normal. Fue él quien observó que las personalidades de este tipo tenían un gran éxito en determinados campos para los que se encontraban especialmente dotados por sus características personales y de comunicación.

[5] Tener conciencia facilita el autocontrol y genera el sentimiento de responsabilidad sirviendo para combatir aquellas conductas sociales que no son aceptables. Pero los psicópatas no tienen conciencia (Hare, 1993) ni tienen empatía (Cleckley, 1976), lo que les impide tratar a los demás con respeto y establecer relaciones afectivas básicas.

[6] Algunos indicadores de este maltrato son las amenazas, las críticas, insultos, humillaciones que la hacen más obvia, pero otros como la manipulación de la información o la desconsideración de las emociones de la otra persona son más sutiles.

[7] Nos encontramos ante un tipo de violencia invisible (Asensi, 2008) que puede entenderse como cualquier conducta física o verbal, activa o pasiva, que atenta contra la integridad emocional de la víctima en un proceso continuo y sistemático, con el fin de producir intimidación, desvalorización, sentimiento de culpa y sufrimiento en la víctima (Villacencio y Sebastián, 1999; McAllister, 2000).

[8] Descalificaciones: es la forma de maltrato psicológico en la que se descarta la parte femenina de la víctima así como sus habilidades, realidad y experiencia. Se trata de un mecanismo para infundir sentimientos de inferioridad en la víctima.

[9] El psicópata cuando abandona la relación lo hace por su necesidad de novedad o bien porque ya se ha beneficiado y ha conseguido todo lo que podía de la otra persona.

BIBLIOGRAFÍA

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