ENTREVISTA COGNITIVA

“ENTREVISTA COGNITIVA”

Jesús García Aller

Publicado en QdC nº 25.

INTRODUCCIÓN

Cuando se pretende conocer hechos en los que no hemos estado presentes, no queda otro remedio que acudir a las informaciones que nos facilitan los que sí los presenciaron. Podemos hablar de un historiador que pretende escudriñar lo acaecido siglos atrás, médicos interesados en el estilo de vida de su pacientes, investigadores policiales ávidos de conocer el devenir de acontecimientos criminales… siempre se trata de recopilar datos que convenientemente tratados, analizados e interpretados arrojen alguna luz sobre la verdadera ocurrencia de los acontecimientos.

  Se deben localizar los datos pertinentes, escarbando en el maremágnum de todos ellos, dilucidando los que se relacionan con nuestro interés y los que son adjetivos al mismo.

   En la mayoría de las ocasiones se encuentran datos contenidos en los más variados soportes, que rara vez han sido vertidos en los mismos de primera mano por los testigos presenciales.

  Podemos encontrar crónicas, misivas, literatura variada etc. que expongan acontecimientos que nos interesa conocer, pero casi siempre nos encontraremos ante intermediarios que interpretarán a su saber y entender, cuando no movidos por intereses de todo tipo,  los hechos narrados, resultando arduo separar crónicas de literatura.

  Pese a ello, el análisis y valoración de las fuentes documentales se circunscribe a una serie, más o menos compleja, de estrategias de validación y confirmación que al fin y a la postre permitirán hacerse una idea de lo ocurrido y que sería materia de otra colaboración.

  Sin embargo, cuando la información está en un continente humano, es una persona la que informa, bien como testigo directo de los hechos o por haber recibido referencias del mismo, nos encontramos ante una verdadera mina de datos relevantes cuya valía, está en nuestras manos descubrir, valorar  y explotar.

  Cuando un investigador se topa con testigos de los hechos que estudia, tiene la oportunidad de exprimir la fuente hasta el máximo, pero no debe olvidar nunca que, a todas las cortapisas expresadas para los soportes documentales, hay que añadir las condiciones personales, físicas y psicológicas, del informador.

   El ser humano pondrá dos tipos de dificultades añadidas. Una de ellas tendrá que ver con su voluntad, con la actitud de colaboración, con sus intereses personales en el esclarecimiento de los hechos o, por el contrario, sus deseos de ocultarlos. La otra gran cortapisa que existe siempre en estos casos, es achacable a la dificultad intrínseca en hacer consciente, en recordar todo lo que, de una u otra forma, se ha vivido, a pesar de desear vivamente hacerlo.

   Con el primer obstáculo, el investigador deberá poner en práctica estrategias  motivacionales de todo tipo, para convencer al poseedor de la información, de que le aporte al estudio, lo que, como en el caso anterior, sería objeto interesante de un posterior desarrollo.

  El presente trabajo abundará en la forma de soslayar el último de los impedimentos mencionados: hacer consciente lo vivido para poder expresarlo de la forma más cercana posible a la realidad y aportar con ello datos pertinentes y fiables sobre los hechos que se estudian.

   La recopilación de datos de una fuente humana y como medio de primera elección, LA ENTREVISTA, aparece como una forma absolutamente valiosa de conocimiento, pero también absolutamente delicada y vulnerable a infinidad de interferencias, conscientes y voluntarias unas e inconscientes las otras.

LA MEMORIA

Si hemos soslayado ya los inconvenientes derivados de la voluntad, motivación e intereses del continente de la información, que serían objeto de acercamientos teóricos ciertamente muy diferentes, nos queda hablar del cómo conseguir que todo lo que se encuentra en la memoria del testigo se vierta exhaustiva y adecuadamente en un informe detallado de los hechos.

 Habría que seguir delimitando campos de trabajo o estudio: por un lado teorías neurofisiológicas que explicarían la selección atencional de un observador, la memoria icónica y sensorial, la implantación de huellas mnemónicas etc., es decir, la entrada de datos al individuo. Por otro lado, debemos extraer lo que previamente ha ingresado en los sistemas neuronales del testigo, de la forma más completa posible, constituyendo por sí mismo todo un enorme e independiente  campo de estudio.

   Toda la psicología del testimonio bebe de las fuentes mencionadas y constituye por sí misma una ingente materia de estudio que ha producido un apreciable número de trabajos científicos al respecto. Dicha disciplina posee enjundia suficiente por sí misma para conformar campos de estudio independientes que vienen dando, ciertamente, importantes frutos científicos y que sería ilusorio pretender abarcar en estos momentos.

ENTREVISTA COGNITIVA

Por otro lado, existe un campo muy atractivo, también bastante cultivado, que pone el acento en un aspecto muy concreto: cómo una persona puede bucear en su memoria, forzando recuerdos que en principio parece ignorar y, por ende, cómo un tercero puede facilitar la recuperación de esos datos, dirigiendo dicha acción.

  Basado en muchas teorías psicológicas, algunas de ellas tan pioneras y “sencillas” como el condicionamiento clásico o, incluso, en paradigmas científicos como los contenidos en el movimiento de la Gestalt y sus conjuntos perceptuales, veremos algunas técnicas de entrevista que han venido ofreciendo ciertamente grandes resultados, a la hora de aflorar a la memoria datos, circunstancias o detalles que parecían no existir.

  Lo que viene dándose en llamar “entrevista cognitiva”, en realidad son cuatro técnicas diferentes, basadas en forzar el recuerdo de los hechos, variando la forma y perspectiva utilizadas y acudiendo a estrategias diferentes a las que el sujeto utilizaría de forma intuitiva.

    Sin embargo, antes de comenzar la aplicación de las diferentes técnicas que más adelante se explicitarán y, como una técnica previa a las clásicamente contempladas, resulta imprescindible, si eso es posible, desviar la atención del sujeto del verdadero objetivo de la investigación.

   Se ha demostrado hasta la saciedad que cuando el sujeto conoce el interés del investigador, su mente hace una selección previa de los datos que considera relevantes, apartando los que inconscientemente considera fútiles, opacando de paso multitud de datos que podrían resultar pertinentes o, lo que sería incluso peor, generando falsos recuerdos que encajen con la hipótesis que cree que se está investigando. La ciencia experimental ha demostrado ampliamente estos fenómenos, dando lugar a los experimentos “ciegos” como única forma de controlar estos artefactos experimentales dañinos.

  Dada la dificultad que normalmente entraña lo anterior, es muy recomendable que el investigador abra mucho el foco de su interés, diluyendo todo lo posible éste, entre multitud de datos adjetivos sobre los hechos, el propio sujeto, sus circunstancias vitales pasadas y futuras etc., lo que encajaría perfectamente con otras teorías ampliamente aceptadas de las que resultan convenientes preguntas de “aflojamiento” para relajar al sujeto antes de comenzar la entrevista o interrogatorio propiamente dichos.

   Este tiempo previo, en el que se mantiene una conversación sobre asuntos generales,  relajan al individuo, le alejan en lo posible del objetivo real de la investigación y fomentan la confianza en el investigador, se convierte en imprescindible cuando se habla de la “entrevista cognitiva mejorada” en la que, a los parámetros neurofisiológicos y memorísticos, se añaden consideraciones emocionales del sujeto. Actualmente se considera este acercamiento emocionalmente acogedor, un requisito más, la quinta técnica a aplicar para obtener los mejores resultados (Fisher y Geiselman 1992) que debe sobrevolar sobre las cuatro fases clásicas, que se pasan a enumerar.

REINSTAURACIÓN DEL CONTEXTO

Las teorías de la Gestalt mantienen que se produce la captación de todos perceptuales y el individuo elabora el mundo que le rodea en base a conjuntos significantes que deben memorizarse como tales en unidades memorísticas, lo que nos vendría a informar de que los detalles que interesan al investigador, probablemente se encuentren dentro de un conjunto amplio de detalles y que cualquiera de éstos nos puede servir para hacer aflorar el que nos interesa.

  Por otro lado, todos hemos experimentado situaciones en las que un olor, un sabor o un sonido, nos han traído a la mente situaciones complejas pasadas, a pesar de que el olor, sabor o sonido eran accesorios en la situación recordada. Antiguas teorías del condicionamiento, las más modernas de la Gestalt y otras más recientes como las de la Codificación Específica de Tulving,  nos llevan a dar mucha importancia a esta fase, como la más aplicable por los sujetos independientemente de sus condiciones cognitivas y, por ende, como la fase que mayores resultados positivos puede ofrecernos.

   Se trata de proponer al sujeto que recuerde absolutamente todo el contexto. Debe incluir las sensaciones generales, qué se oía, qué olores se detectaban, si tenía algún gusto específico en la boca, hacía calor o frío, estaba a gusto con la ropa o tenía alguna sensación al respecto, corría el viento, había mucha claridad o estaba en penumbra. A todo esto, habría que añadir el contexto emocional, qué estaba pensando, cómo se sentía, no sólo en el mismo momento de los hechos, sino antes y después de los mismos.

RECUERDO LIBRE

Si normalmente el entrevistador dirige con sus preguntas (abiertas o cerradas) la entrevista, en esta fase debe pasar a un segundo plano y pedir al sujeto que refiera libremente, como quiera y añadiendo cuantos comentarios se le ocurran, no sólo los hechos investigados sino todo lo que se le pueda ocurrir. Tras el riesgo de que el sujeto desbarre a territorios estériles, resulta sorprendente cómo aparecen detalles que aisladamente parecen inocuos pero que pueden enriquecer el contexto general de forma notoria.

  Esta fase, innegablemente emparentada con las técnicas del psicoanálisis, requiere tiempo y paciencia por parte del investigador, pero añade mucha información, no ya de los hechos estudiados, sino también acerca de la credibilidad y motivación del sujeto.

CAMBIO DE PERSPECTIVA

Estamos ante la fase que más sorprende a los  sujetos cuando se les propone, porque las anteriores, de una forma u otra, se vienen utilizando frecuentemente, pero el ejercicio de ponerse en el lugar de otros implicados, incluso del autor del hecho, de la víctima, de los espectadores etc., resulta inesperado para la mayoría.

  Gordon H. Bower (1967) realizó esclarecedores estudios en los que se evidenció que los individuos al ponerse en el lugar de otros, eran capaces de “recordar” lo que estos hubieran percibido desde su lugar de actuación, detalles que ellos no “conocían” por no pertenecer a  su universo perceptual.

   Se puede añadir incluso, la posibilidad de que el propio sujeto se traslade mentalmente hasta otro punto diferente del escenario y trate de imaginar qué percibiría desde esa nueva ubicación. En este caso no es necesario ponerse en el lugar de nadie, se trata solamente de trasladarse mentalmente a aquel lugar del escenario.

DISTINTO PUNTO DE PARTIDA

Normalmente las personas recordamos y referimos los hechos narrándolos en su secuencia temporal natural. Aunque realicemos saltos en el tiempo, adelante y atrás, dentro de cada narración los hechos van siempre de antes a después. Ahora se trata de sugerir a la persona informante que narre los hechos desde el final al principio.

  Estamos ante otra técnica poco utilizada intuitivamente por los individuos, por lo que junto a la dificultad de implementación encontramos las sorpresas en sus resultados.

 Incluso autores como Virj y Akehurst (1998) establecen que esta fase evidencia con gran potencia a los simuladores, por la dificultad añadida de fabular con la temporalidad invertida.

 Para finalizar debemos recordar que dependiendo de los hechos investigados, del tiempo transcurrido, de la personalidad e implicación del informante… el abordaje de la entrevista debe acomodarse a todo ello y el investigador debe ser lo suficientemente flexible para entender que debe primar una u otra fase o técnica y utilizar una mezcla de todas ellas, insistiendo en aquellas que se demuestren más productivas.

BIBLIOGRAFÍA

  • Del Río F. El arte de investigar. Colección C.B.I. UAM 1990
  • Fisher, R. P. y Geiselman, R. E. (1992). Memory-enhancing techniques for investigative interview. Sprinfield: Charles C. Thomas.
  • Tulving, E. y Thomson, D. M. (1973). Encoding specificity and retrieval processes in episodic memory.
  • Bower, G. H. y Morrow, D. G. (1990). Mental models in narrative comprehension.
  • Vrij, A. y Akehurst, L. (1998). Verbal communication and credibility: statement validity.  Psychology and law. Truthfulness, accuracy and credibility   Londres: McGraw-Hill.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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