HOMICIDIO CON OCULTACIÓN DEL CADÁVER EN UNA MUESTRA ESPAÑOLA

“HOMICIDIO CON OCULTACIÓN DEL CADÁVER EN UNA MUESTRA ESPAÑOLA”

«HOMICIDE WITH CONCEALMENT OF CORPSE IN A SPANISH SAMPLE«

Cristina Andreu

Publicado en QdC nº 34.

PALABRAS CLAVE / KEY WORDS

Escena del crimen / Ocultación del cadáver / Distancia de desplazamiento / Homicidio / Escena de abandono.

Crime scene / Concealment of the body / Traveling distance / Homicide.

RESUMEN / ABSTRACT

El homicidio seguido de traslado y ocultación del cadáver dificulta la resolución del delito. En este trabajo, se estudian 68 casos españoles de homicidio simple seguido de traslado del cadáver. Se encuentra que la media de distancia recorrida fue de 23.17 km y se analiza la relación de la distancia con otros factores del agresor, la víctima y el propio homicidio.

Murder followed by transfer of the corpse difficult to resolve the crime. This paper studies 68 cases Spanish of homicide followed by removal of the body.It is found that the average distance was 23.17 km and the relationship of the distance with the other factors of the aggressor, the victim and the murder is analyzed.


INTRODUCCIÓN

La ocultación intencionada del cadáver de la víctima, en la conducta homicida, tiene como objeto primordial obstaculizar la investigación policial.

  Para los investigadores policiales resulta crucial disponer de una serie de parámetros para organizar la búsqueda, además de las proporcionadas por la propia investigación policial.

  En la literatura revisada se observa consenso en relación a la idea de una consistencia espacial entre el comportamiento habitual del agresor y su comportamiento criminal. Así, encontramos el concepto de mapa mental, que Bell, Fisher, Baum y Green (1996) definen como una representación muy personal del entorno familiar que experimentamos, un esquema cognitivo que nos permite manejarnos en nuestro entorno con mayor seguridad emocional.

   Godwin y Canter (1997) encontraron que la media de distancia recorrida con el cadáver para su ocultamiento fue de 23 km. Rossmo (2000) encontró, en una serie de asesinos seriales, una media aproximada de unos 34 km entre la escena de abandono y el domicilio del agresor.

  Sin embargo, la mayoría de trabajos empíricos que estudian la distancia recorrida por el agresor para ocultar el cadáver de su víctima se centra en asesinos seriales.

  El presente trabajo constituye el primer estudio empírico de una muestra de casos de homicidio/asesinato único, ocurridos en España, en los que el criminal traslada los restos de la víctima desde el lugar del homicidio a otro lugar de ocultación. Se exponen los resultados preliminares.

MÉTODO

Se obtuvieron 68 sentencias de la Base de Jurisprudencia del Consejo del Poder Judicial, con condena por homicidio/asesinato en los que hubo desplazamiento del cadáver desde el lugar del homicidio hasta el lugar en el que se depositaron los restos definitivamente. Se trata de una muestra incidental de  sentencias, seleccionadas retrospectivamente entre las dictadas entre los años 2014 y 1991.

  Para cada una de las sentencias se obtuvieron datos de edad, sexo y nacionalidad tanto del agresor como de la víctima y su vinculación. Se codificaron datos relativos al lugar y método de muerte, medio de desplazamiento del cadáver, conductas encaminadas a la destrucción del cadáver  y tipos de lugares donde se depositaron los restos, así como la distancia en kilómetros desde la escena del homicidio hasta la escena final, donde se abandonaron los restos de la víctima estimada con Google Maps.

   Se realizó un análisis descriptivo de los resultados, mediante el estudio de frecuencias en las variables cualitativas y de estadísticos descriptivos en las variables cuantitativas. Se realizaron análisis de correlación y ANOVAs para el estudio de la relación entre variables cuantitativas y otras cualitativas, y pruebas de Chi-cuadrado para el estudio de la relación entre variables cualitativas, con estimación del tamaño del efecto. Todos los análisis fueron realizados mediante el programa SPSS versión 20.

RESULTADOS

El 83.8% de los homicidios fueron cometidos por hombres, el 2.9% fue cometido por mujeres y el 13.2% fue cometido por al menos dos agresores de diferente sexo.

  El 51.5% de las víctimas fueron hombres y el 45.6% eran mujeres. En el 2.9% de los casos hubo víctimas de ambos sexos en el mismo acto criminal.

 

  La edad media de los homicidas en el momento de los hechos fue de 33.5 años, con una desviación típica de 11.6 (rango entre 21 y 70). La edad media de las víctimas fue de 30.6 años, con una desviación típica de 14.6 (rango de edad desde menos de 1 año a 65 años).

   La nacionalidad de agresor fue en un 75% española, del resto de la UE el 8.8%, latinoamericanos el 7.4%, norteafricano el 1.5% y sin datos el 7.4%. En el caso de las víctimas, el 77.9% fueron españolas, un 5.9% de otros países de la UE, otras nacionalidades en un 4.4%, latinoamericanas el 1.5% y en un 10.3% no se obtuvieron datos para determinarla.

   En el 41.2% de los agresores la sentencia registró la existencia de antecedentes penales del agresor, en el 42.6% de los homicidas la sentencia dejó constancia de la ausencia de antecedentes penales y en un 16.2% de los casos no se precisó este dato en la sentencia.

   El método de muerte más común fue el arma blanca, seguido del estrangulamiento/asfixia y golpear.

Tabla 1. Método de Muerte

   Otras características asociadas al homicidio vincularon el 22.1% de los casos como motivados por conflictos de pareja, un 14.7% fueron de carácter sexual (sin relación de pareja previa), otro 14.7% estuvo relacionado con robo, un 8.8% estuvo relacionado con el tráfico/deudas por drogas y en un 5.9% se produjo ensañamiento previo a la muerte, recogido en la sentencia. En un 22.1% de los casos, la sentencia no registraba información al respecto.

   En relación al lugar del homicidio, en un 30.9% de los casos éste tuvo lugar en el domicilio del agresor, el 17.6% en el domicilio de la víctima, el 16.2% en un espacio natural no urbano, el 7.4% en un espacio público urbano y otro 7.4% en el interior de un vehículo. En un 5.9%, el homicidio tuvo lugar en otros domicilios diferentes al del agresor o al de la víctima y en un 14.7% de los casos, en otro tipo de emplazamiento.

  Respecto a la vinculación entre el agresor y la víctima la más frecuente fue la categoría de Conocidos/Amistad en el 38.2% de los casos, seguido de Pareja/Expareja en el 19.1% de los casos.

Tabla 2. Vinculación Agresor-Víctima

   En el 52.9% de los casos no se produjo conducta postdelictiva dirigida a la destrucción del cadáver.   En el 47.1% restante se produjo algún comportamiento dirigido a este fin, siendo el más frecuente el descuartizamiento (22.1%). Sólo en un caso la manipulación fue encaminada a dificultar la identificación de la víctima (desfigurar el rostro y desaparición de las yemas de los dedos).  Se encontró una asociación significativa entre la conducta dirigida a la destrucción del cadáver y el lugar del homicidio (230 = 53.28,  p = .006, “V de Cramer” = .396) que explica el 39.6% de la varianza.

  En un 86.8% de los casos el cadáver de la víctima se encontraba completo y en el 13.2% restante en distintas localizaciones, habiendo sido los restos dispersados por el agresor. El modo de desplazamiento de los restos más común fue el vehículo del agresor (41.2%) seguido del vehículo de la víctima (19.1%).

 Los restos fueron abandonados en lugares variados, siendo el más común el medio acuoso en un 20.6% de los casos. No hubo diferencias significativas para la distancia hasta la escena de abandono según el lugar en el que se ocultaron los restos de la víctima (F10,58= 1.353; p = .231; η2= .224).

Tabla 3. Lugar de depósito de los restos

  La distancia media recorrida entre el lugar del homicidio hasta el lugar donde el agresor abandonó los restos fue de 23.17 kilómetros, con una desviación típica de 31.06 (rango de 0.5 kilómetros a 178). En el resultado anterior no hemos incluido un caso atípico, en el que la distancia estimada fue de 682 kilómetros (traslado del cadáver desde Barcelona hasta Cantabria y retorno a la ciudad de origen con los restos de la víctima), porque distorsiona los datos típicos. Si se tiene en cuenta este caso, la media es de 34.33, con desviación típica de 91.13 (rango entre 0.5 y 682 kilómetros).

   No se obtuvo relación significativa entre la vinculación agresor-víctima y la distancia recorrida para transportar los restos (F8,49 = 1.396,  p = .222, η2 = .186), aunque se puede apreciar una tendencia en los agresores que agreden a la pareja o expareja, o bien al amante o examante de ésta, a incrementar la distancia recorrida para alejar los restos de la víctima.

Gráfico 1. Distancias medias recorridas con los restos de la víctima según la vinculación entre agresor y víctima.

  Sí hubo diferencias significativas en la distancia recorrida atendiendo a la dispersión de los restos  (F1,58=9.652,  p = .003, η2 = .147), siendo la distancia recorrida en los casos con dispersión de los restos de las víctimas superior a los casos en los que el cuerpo de la víctima se encontraba completo (media 19.15 y desviación típica 22.69 en el segundo caso, frente a media 57.93 con desviación típica 64.25 en el caso de restos de la víctima dispersados), aunque el factor dispersión de los restos sólo explicó el 14.7% de la variabilidad de la distancia recorrida para ocultar a la víctima.

  Se encontró una correlación positiva entre la edad del agresor y la distancia recorrida para ocultar los restos (r = .300, p = .04).

   Aunque no se obtuvo una relación significativa entre la distancia recorrida con el cadáver y los antecedentes penales del agresor (F2,58 = 2.473, p = .094, η2 = .083 ), pudo apreciarse una tendencia de los agresores con antecedentes penales a incrementar la distancia del desplazamiento (media de 34.07 con desviación típica 41.25) frente a los agresores sin antecedentes penales (media 15.76, desviación típica 19.85).

DISCUSIÓN

En el análisis de los resultados obtenidos, se estimó la distancia media recorrida por el agresor desde el lugar del homicidio hasta el lugar de depósito definitivo de los restos de su víctima en 23,17 kilómetros, resultados compatibles con los obtenidos en otros trabajos similares llevados a cabo en otros países. Godwin & Canter (1997) encuentran que la distancia a la escena de abandono es de 23 kilómetros, en una muestra de asesinos seriales en Estados Unidos. Lundrigan & Canter (2001) obtienen una media de 18 kilómetros en una muestra de homicidios en Reino Unido y de 40 kilómetros en una muestra de Estados Unidos, lo que puede explicarse por la diferente distribución demográfica. En otro estudio realizado en Alemania la distancia recorrida para el traslado del cuerpo de la víctima se estima en torno a los 20 kilómetros, aunque en este trabajo se han observado traslados mucho más amplios, hasta de 400 kilómetros (Dern et al., 2004).

  Resulta de interés señalar la convergencia de resultados en las distancias recorridas hasta la escena de abandono  por  asesinos en serie en estudios previos citados y las obtenidas en este trabajo. Aunque los motivos para la selección de las víctimas que realizan los primeros son diferentes de las motivaciones que desencadenan los homicidios únicos, la utilización del espacio puede obedecer a reglas semejantes en ambos tipos: familiaridad con el espacio y balance coste-beneficio.

  En cuanto a la vinculación existente entre agresor y víctima, aunque no hubo una relación significativa con la distancia recorrida, los datos sugieren una tendencia a aumentar la distancia recorrida en los crímenes donde la víctima fue la pareja o expareja del criminal o el amante de ésta, aunque se requiere un mayor número de casos.

  Por otra parte, aproximadamente en la mitad de la muestra se dio algún tipo de conducta post-delictiva encaminada hacia la destrucción del cadáver que fue, con mayor frecuencia,  el descuartizamiento.  Se observó que los casos en que los restos de la víctima se encontraron dispersos, se correspondieron con aquellos en que hubo descuartizamiento, y por tanto, aquellos en los que se evidenció una mayor distancia recorrida para su depósito.

  En este estudio, el tipo de zona más frecuente para el abandono del cadáver fue el medio acuoso (ríos, lagos, pantanos etc.) seguido por las zonas boscosas. Las zonas acuosas parecen una elección que podría considerarse ventajosa para el criminal puesto que el agua potencia la descomposición del cadáver y la desaparición de evidencias forenses además de disminuir las posibilidades de que el cuerpo sea hallado (Jiménez, 2012).

  La fuente de datos de este trabajo (sentencias) limita profundizar en algunos aspectos que pudieran haber influido en la selección de la escena de abandono. Por otro lado, es preciso ampliar la muestra. La principal aportación de este trabajo se encuentra en tratarse del primer estudio empírico con muestra española de homicidios simples.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Godwin, M., & Canter, D. (1997). Encounter and death: The spatial behavior of US serial killers. Policing: An International Journal of Police Strategies & Management, 20(1), 24-38.

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Lundrigan, S. & Canter, D. (2001). Spatial patterns of serial murder: An analysis of disposal site location choice. Behavioral  Sciences & The Law, 19(4), 595-610.

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