FBI: 100 AÑOS DE HISTORIA

“FBI: 100 AÑOS DE HISTORIA”

Antonio I. Cela

Publicado en QdC nº 3.

La Historia colectiva de las naciones se forja con las pequeñas historias individuales de los ciudadanos que las componen, sus trabajos, ilusiones e ideas y –por qué no decirlo– incluso de las agresiones contra el bien personal o colectivo que conforman el amplio abanico de las manifestaciones criminales y sus protagonistas.

   También las instituciones que forman parte del tejido social, junto con los individuos, integran el alma, la esencia y la personalidad de todo un pueblo.

   El Federal Bureau of Investigations constituye uno de los más claros ejemplos de la vinculación entre las instituciones y la historia de los pueblos en que nacieron. Cien años de historia en una organización que forma parte de la vida de un país que sólo cuenta con poco más de dos siglos de existencia es, cuanto menos, destacable; y por ello, en Quadernos de Criminología queremos hacer honor a una de las más importantes y conocidas siglas del planeta en el año que en se cumplen sus cien años de vida: el FBI.

   Poco se imaginaban los, por entonces, presidente de los Estados Unidos de América Theodore Roosvelt y el Fiscal General del Estado Charles Bonaparte, cuando el 26 de julio de 1908, con la aprobación del Congreso de la Nación, era creado el Bureau of Investigations (BOI) dependiente del Departamento de Justicia e integrado por 9 detectives, 13 investigadores y 12 contables; que estaban dando lugar al nacimiento de una institución de dimensiones casi incuantificables, por sus medios, por su trabajo y, también, por una enorme proyección mundial dedicada a la investigación del crimen en todas sus manifestaciones.

   En efecto, aquel pequeño grupo de agentes federales surgido en una joven nación que daba sus primeros pasos en los difíciles inicios del siglo XX, conformó el embrión de una institución que actualmente se ocupa de la investigación de los hechos criminales más graves, asesora a la práctica totalidad de las organizaciones policiales y judiciales de todo el mundo y, además, constituye uno de los pilares fundamentales que sostienen a una de las naciones más poderosas del planeta.

   El BOI –poco después FBI– fue creado por iniciativa del Fiscal General de los Estados Unidos con en el objeto de investigar inicialmente cuestiones relacionadas con los derechos civiles y los casos de fraude y violaciones de las leyes de comercio antitrust y, de forma muy especial, el reparto y ocupación arbitraria de nuevas tierras por parte de personas con sentido de la moral y la ley un tanto disipados. Ello supuso el procesamiento de un buen número de mandatarios entre los que se encontraban alcaldes, gobernadores e incluso parlamentarios de los Estados Unidos; propiciando, en cierto modo, una nueva era de transparencia y legalidad que caló en la opinión pública y en buena parte de la Administración del Estado, lo que permitió la existencia de un respaldo político suficiente para la creación de un ente policial de ámbito federal.

LOS PRIMEROS DÍAS

Venciendo no pocas reticencias, el FBI comenzó su difícil singladura casi dos años después de su nacimiento. En 1910, al proclamarse la Ley Mann, que transformaba en delito federal el transporte interestatal de mujeres para propósitos inmorales, en una clara definición eufemística de lo que hoy conocemos como esclavitud sexual o trata de seres humanos, y a cuya estela se abrían nuevas atribuciones al Gobierno Federal de la Unión para que el FBI –con limitadas competencias en aquellos días– pudiera investigar a delincuentes que violaban leyes de ámbito local aunque no hubieran transgredido leyes federales.

  Fue entonces cuando la Agencia se vio potenciada con el aumento de efectivos, tanto en el ámbito “operativo” como en los campos de apoyo y análisis, creándose oficinas del FBI a lo largo y ancho de los Estados Unidos, con su sede central en Wáshington.

LA LEY SECA

En 1920 entró en vigor el Acta Volstead –conocida popularmente como la “Ley seca”– que criminalizaba la fabricación, distribución y consumo de bebidas alcohólicas, quedando bajo el paraguas de persecución federal a todos aquellos actos criminales que se derivasen de esa actividad delictiva, como homicidios, extorsiones o agresiones de distinta índole.

  Durante esta década, y las siguientes, la presencia del más longevo director del FBI John Edgar Hoover –que permaneció en dicho cargo casi 50 años, desde 1924 a 1972– supuso el despegue definitivo de la institución hasta convertirse en un poderoso instrumento al servicio del Gobierno de los Estados Unidos.

  Fue una época dura e históricamente controvertida, en primer lugar por tratarse de un periodo objetivamente complicado, en el que los niveles de criminalidad de los Estados Unidos ponían en evidencia una fragilidad institucional palpable (se estima en más de 30.000 muertes violentas como consecuencia de las guerras de los gángster durante el periodo de la prohibición), agudizada por los escasos medios y –por qué no decirlo– una más que extendida corrupción ente las policías locales que requería una respuesta urgente y contundente y, en ello, Hoover y su equipo mostraron una determinación de resultados evidentes.

LOS «G-MEN»

Hacia mediados de los años 30, el sistema de selección de agentes del FBI, así como el aparato organizativo y operativo de la Agencia estaban plenamente consolidados y culminaron con la creación de la División Nacional de Identificación e Información que recopilaba las estadísticas criminales de todo el país, con fines de inteligencia criminal, y del archivo nacional de dactiloscopia con sede en Nueva York.

  La lucha contra el crimen organizado y las bandas más violentas del momento, generaron una aureola de romanticismo y heroicidad a los “G” men (hombres del gobierno), al acabar con buena parte de los bautizados como “enemigos públicos” adscritos todos ellos a la nómina de los gángster más afamados de los violentos años de la prohibición, como Alvin Karpis, John Dillinger o el Al Capone y que aún resuenan en la memoria de todos, quizá por la importante contribución del cine de Hollywood durante la época dorada del cine negro e incluso en la actualidad con series televisivas de enorme éxito.

   Otros sucesos de enorme impacto mediático –como el secuestro y posterior asesinato del hijo pequeño del aviador Charles Lindeberg, el linchamiento de los activistas de Misisipí o la ingente actividad de contraespionaje en los periodos de las dos grandes guerras– afianzaron el papel del FBI como institución a pesar de que, durante ese mismo periodo de grandes luces, se cernieron no menos sombras sobre todo por episodios teñidos de tintes conspirativos, muy especialmente en la época en que desarrollo su actividad el comité de actividades antiamericanas liderado por el senador McCarthy o las muertes de John F. Kenndy y Martin L. King, entre los sucesos más controvertidos y, a día de hoy, no aclarados.

  Guerras sin cuartel contra las familias mafiosas a finales de los años 70 o contra los cárteles colombianos en los 80, han marcado el trabajo más eficaz y costoso del FBI en el último tercio del siglo XX.

  El FBI no es la única policía federal ya que comparte y coordina sus esfuerzos con otras organizaciones de su mismo ámbito que cuentan con competencias en áreas delincuenciales específicas, como es el caso de la Agencia Anti Droga (DEA), el Secret Service, o la Agencia de control de alcohol, tabaco y armas de fuego (ATF), agencia con la que coordinó en 1992 el asalto al rancho de Waco (Texas) que condujo a la tragedia propiciada por David Coresh, líder de la secta de los Davidianos, en una actuación más que cuestionable y cuestionada del FBI y la ATF, con el resultado de más de un centenar de muertes, entre las que se encontraban las del propio Koresh, decenas de miembros de la secta –incluidos muchos niños– y un buen número de bajas entre los miembros de los equipos de asalto de la ATF.

   El FBI tiene también un marcado carácter criminológico ya que, desde su inicio, se ha fijado con detalle en las causas por las que se cometen delitos, para analizarlas y buscar estrategias adecuadas para su tratamiento. Es un claro ejemplo de lo que en el número cero de nuestros Quadernos de Criminología definíamos como “criminología aplicada”.

   En efecto, las ingentes bases de datos con estadísticas criminales, los archivos de convictos y sospechosos, así como el estudio de los factores sociológicos y de personalidad que precipitan la aparición y desarrollo de fenómenos delincuenciales específicos como el terrorismo, las bandas organizadas o la investigación de asesinos en serie basada en el estudio de perfiles criminológicos, manifiestan bien a las claras la vocación práctica de la ciencia criminológica y su marco teórico.

  Ser miembro del FBI no es sencillo, nunca lo fue a pesar de que hoy en día no existen restricciones por razones de raza o sexo, recordemos que la primera mujer en el FBI no accedió a la Agencia hasta el año 1972. No obstante, se exigen unas condiciones académicas como estar en posesión de titulación universitaria o edades comprendidas entre los 23 y los 35 años.

  Tras superar distintas pruebas de carácter teórico, físico y psicológico que se convocan periódicamente, los aspirantes deberán cursar un periodo académico de 16 semanas en la Academia Nacional del FBI ubicada en el inmenso complejo de Quántico (Virginia). El periodo de formación abarca un denso programa de contenidos teóricos en las diferentes disciplinas (jurídica, psicosocial y criminológica), tácticos con entrenamientos en el manejo de armas y control de personas (detenciones, esposamientos, entradas dinámicas en inmuebles), completado con un gran trabajo físico que permite una preparación de la máxima calidad en los nuevos agentes, al que se añade la disponibilidad para ser sometidos a controles de sustancias estupefacientes o pruebas poligráficas aleatorias.

LA MISIÓN DEL FBI

Hoy en día, la misión del FBI y sus más de 20.000 efectivos entre agentes especiales de campo, y personal de apoyo, se puede resumir en 10 aspectos que se exhiben en su web oficial [1] junto a su historia, su presente y sus curiosidades:

  • Proteger a los Estados Unidos de ataques terroristas;
  • Proteger a los Estados Unidos de operaciones extranjeras de espionaje e inteligencia;
  • Proteger a los Estados Unidos de ciberataques y crímenes de alta tecnología;
  • Combatir la corrupción de los servicios públicos en todos los niveles;
  • Proteger los derechos civiles;
  • Combatir organizaciones y empresas de carácter criminal nacionales y transnacionales;
  • Combatir el crimen de cuello blanco, estafas corporativas, fraudes financieros, robo de identidad, etc.;
  • Combatir crímenes violentos de conmoción pública;
  • Apoyar al gobierno federal, estatal, local y organizaciones internacionales asociadas y
  • Mejorar su tecnología para asegurar el éxito de sus actos.

LOS SENTIDOS DE SU EMBLEMA: FIDELIDAD, BRAVURA, INTEGRIDAD

Cada color y cada pequeña parte del emblema del FBI recuerdan su naturaleza y sirven como tarjeta de visita tanto para sus miembros como para quien tenga la oportunidad de observar  su ideograma.

  Los fieles de la balanza simbolizan la justicia; las 13 estrellas que rodean la composición central se refieren a los 13 primeros Estados de la Unión; y los laureles simbolizan honores académicos, fama y distinción. El significado de las líneas blancas y rojas verticales reflejan los valores de la limpieza y honestidad (líneas blancas) y coraje y valor (líneas rojas) que enmarcados en el oro de su ideograma, le conceden el máximo valor.

Happy Birthday,“G-men”

[1] www.fbi.org

 

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