“FOREIGN TERRORIST FIGHTERS”
Luis Miguel Sánchez
Publicado en QdC nº 41.
En los últimos años el terrorismo ha evolucionado, surgiendo incipientes movimientos radicales y nuevos grupos violentos. La mayor parte de las sociedades han presenciado importantes variaciones en los hábitos y formas de vida de sus miembros, cambios impulsados –especialmente– por el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación. Aunque se señale al 11 de septiembre de 2001 como fecha de inflexión para la génesis de una nueva dimensión en la Seguridad, desde entonces la operativa de las organizaciones terroristas ha sido reformulada. En consecuencia, las políticas contraterroristas deben adaptarse a las necesidades de los escenarios que afloran.
Al igual que ocurre con la mayor parte de la ciudadanía, los integrantes de los grupos criminales aprovechan las herramientas disponibles para facilitar sus labores. De tal manera que viejos fenómenos como el de los foreign fighters mutan alcanzando dimensiones desconocidas hasta el momento.
Un foreign fighter (FF) es un combatiente extranjero que viaja a un país en conflicto con el fin de unirse a las filas de un grupo insurgente y participar en acciones de bélicas, actos terroristas, etc. Un subtipo de estos son los denominados foreign terrorist fighter (FTF), definidos por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas –en su resolución 2178– como «individuos que viajan a otro país diferente de su país de residencia u origen con el objetivo de perpetrar, planear o participar en, actividades terroristas, o para dar o recibir entrenamiento terrorista, incluso en relación con conflictos armados» (en Hristova, 2015, p. 1).
EL ORIGEN DE LOS FOREIGN FIGHTERS
El fenómeno de los FF surge en Afganistán en la década de 1980. En ese momento se realiza un llamamiento a la comunidad islámica para que acuda como muyahidín a engrosar las filas de una resistencia de oposición ante la intervención de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en dicho estado. Algunos años más tarde, este será el germen de la organización terrorista al Qaeda. El flujo de FF se reproduce en otros conflictos como el de Argelia, Chechenia, etc. (Blanco & Cohen, 2016).
Existen diversas estimaciones sobre la movilización de FF en los principales conflictos que, en cualquier caso, no superan los 10.000 desplazados hasta la irrupción del conflicto en Siria e Irak (véase tabla 1).
Tabla 1. Evolución del fenómeno foreign fighter. Fuente: Bakker, 2015.
La mayor parte de los FF partícipes en los anteriores conflictos eran musulmanes procedentes de países en los que el islam es la religión mayoritaria. No existen muchos estudios sobre las tácticas de atracción al conflicto empleadas por las organizaciones implicadas, pero parece obvio que con el panorama existente la mayor parte de los FF serían individuos cautivados dentro de sus propias comunidades por otros relacionados con la lucha (a través de familiares residentes en el estado en que se desarrollaba el conflicto, etc.). Ni siquiera al Qaeda, representante paradigmático del Movimiento Yihadista Global durante más de una década, logró alterar de manera significativa el fenómeno. Sin embargo, con la incursión del Dawla al-Islamiya fi al-´Iraq wa al-Sham (Daesh) la realidad de los FF cambió tanto a nivel cuantitativo como cualitativo.
LOS FOREIGN TERRORIST FIGHTER DEL DAESH
El liderazgo del Movimiento Yihadista Global por parte del Daesh, con el consecuente desplazamiento de al Qaeda, puede ser explicado a partir de la conjunción de distintos factores entre los que se encuentran: (1) el control territorial de zonas extensas e importantes en Siria e Irak; y (2) la excelente explotación de las nuevas tecnologías.
Los citados elementos en consonancia con otros facilitadores como: (1) la porosidad de la frontera sirio-turca; (2) la accesibilidad a la información sobre rutas de viaje, pasajes de avión…; y (3) la facilidad para establecer comunicaciones a distancia y el sectarismo favorecido por determinados comportamientos en las redes sociales cibernéticas. Todo ello ha potenciado el fenómeno de los FTF, a la cabeza del cual también se ha situado –como organización– el Daesh.
Aunque las cifras sobre FTF son muy variables, especialmente si se comparan los datos oficiales de las instituciones públicas con aquellos publicados por algunos centros privados de referencia, las últimas estimaciones fijan su número entre 25.000 y 30.000. La mayor parte de estos FTF proceden de países de Oriente Próximo y el Norte de África (entre los que se puede destacar a Túnez, Jordania y Arabia Saudí). Pero el cambio en lo cualitativo se registra, entre otras cuestiones, en los entre 4.000 y 5.000 FTF procedentes de estados occidentales como Francia, Alemania, Reino Unido, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca o Suecia, entre otros (Amarasingam & Dawson, 2018). No todos estos sujetos se han unido a las filas del Daesh (principal receptor) sino que algunos combatientes han optado por otros grupos yihadistas como Jabhat Fateh al-Sham [1], al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO) o milicias como las Unidades de Protección Popular Kurdas (YPG), entre otras fuerzas rebeldes. En el caso de España el número de FTF supera los 200, manteniéndose el Daesh como grupo de referencia, que se han desplazado a Siria, Irak, Mali y Libia.
Imagen 1. Foreign Terrorist Fighters en Siria. Fuente: Instituto de Seguridad Global.
El éxito del Daesh frente a otras organizaciones en la captación de FTF se debe en parte, como ya ha sido señalado, a su actividad en la esfera mediática. La publicación de mensajes, fotografías, vídeos, etc. de jóvenes combatientes portando armas de guerra, disfrutando de periodos de descanso y experiencias placenteras, el ofrecimiento de un salario y servicios sociales similares a los dispuestos por los estados, la promesa de hombres y mujeres jóvenes con las que mantener relaciones sexuales, formar una familia, etc. han cautivado a miles de FTF occidentales, con una importante cifra de conversos entre ellos.
La operativa del Daesh con el uso de agentes de captación que, al mismo tiempo, facilitan el desplazamiento hasta las zonas de conflicto y otras circunstancias como: el establecimiento de itinerarios definidos con escalas preestablecidas destinadas a dificultar la monitorización y detección por parte de las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia, la financiación del viaje a aquellos FTF sin medios, etc. han favorecido el incremento del fenómeno. Además, una vez en el lugar de destino, integrantes del grupo se encargan de retirar la documentación al individuo (pasaporte y otros documentos de identidad) con el fin de evitar posibles huidas desautorizadas.
En relación con el perfil de los FTF en el marco de la Unión Europea existen algunos rasgos característicos.
«(1) 6% son conversos (informaciones sin confirmar indican un porcentaje mayor); (2) La mayoría no tiene experiencia o entrenamiento previos; (3) Edad media: 18-29 años; (4) Entre el 10-15% son mujeres; (5) Los lazos familiares han sido un factor importante. Se han conocido varios casos de hermanos que han viajado juntos o por separado; (6) Variedad de motivos para desplazarse al escenario de conflicto: motivos ideológicos, apoyo a la población siria, necesidad de pertenecer a una comunidad o grupo, pertenencia a una causa, descontento social o familiar, búsqueda de sensaciones, búsqueda de respeto o credibilidad, venganza, presión familiar, etc.; y (7) Los primeros combatientes tenían como razón la lucha contra el régimen de Bashar al Assad más que la oposición a Occidente; sin embargo, este hecho ha ido cambiando con el tiempo en gran parte debido al acceso e intercambio de información a través de las redes sociales, que ha permitido la formación de un sentimiento más personal entre los potenciales FTF con el objetivo de ser llevado a la acción»
(Hristova, 2015, p. 2)
Imagen 2. «Kokito Castillejos» junto a otros FTF en Siria. Fuente: Gaceta de Marruecos.
En un estudio realizado a partir de entrevistas a familiares y miembros del entorno de algunos FTF occidentales se obtienen interesantes conclusiones entre las que se pueden destacar las siguientes: (1) el 73% de los combatientes mantuvieron la comunicación con sus familias y amigos con cierta regularidad, aunque algunas familias no volvieron a recibir comunicaciones tras el desplazamiento; (2) los progenitores y el entorno detectaron cambios en la forma de vestir, el comportamiento y las actitudes de los FTF antes de su viaje, siendo los amigos cercanos quienes identifican con más claridad estas variaciones; (3) en muchos casos la interiorización de un nuevo ideario religioso, radical y violento coincide con conflictos típicos de la adolescencia; (4) la mayoría de los progenitores caracterizan a sus hijos como “buenos niños”, aunque inquietos y con mucha voluntad; (5) la transformación religiosa suele iniciarse con anterioridad a la adopción de puntos de vista políticos radicales, aunque ambos procesos discurren en consonancia; (6) a menudo las experiencias personales de marginación, principalmente relacionadas con su identidad religiosa, actúan como desencadenante de la radicalización o incrementan su grado; (7) los jóvenes tratan de mantener en secreto su nueva identidad y sus pretensiones, restando las opciones de intervención de sus familiares que –en muchas ocasiones– inician sus sospechas y comprenden la realidad del problema gracias a la gran cobertura mediática dada al fenómeno. En la mayor parte de los casos los FTF se desplazan con escasa oposición por parte de su entorno, que no conoce la trascendencia de las conductas (Amarasingam & Dawson, 2018).
De la investigación anterior también se extrae que: (1) los FTF son individuos que están experimentando una emergente lucha aguda sobre su identidad como adultos; (2) poseen una visión moralista para la resolución de los problemas; (3) se encuentran condicionados por una agitada búsqueda de significado para sus vidas resuelta con la interiorización de una ideología de tipo religioso y la fantasía de poder cambiar el mundo; (4) están influidos en su proceso por líderes carismáticos y las intensas dinámicas de pequeños grupos afines a su nueva ideología; (5) su identidad personal se fusiona con la identidad del grupo (ibid.).
PROSPECTIVA
En los últimos meses Daesh ha perdido la mayor parte del territorio bajo su control en Siria e Irak. Aunque se apuntaba a Libia y Afganistán (estados en los que Daesh se encuentra presente) como alternativas para una posible diáspora, no parecen lugares tan atractivos y adecuados para establecer un pseudoestado como el desarrollado en el pasado. En concordancia a esta situación, es probable, que en el presente año el fenómeno FTF se reduzca notablemente. Sin embargo, la amenaza de los retornados puede incrementarse, debido a que muchos FTF regresan a sus estados de origen con entrenamiento en tácticas terroristas e insurgentes y con experiencia en combate, constituyendo una amenaza para la seguridad. Estos sujetos no siempre vuelven a su país de procedencia, siendo –en diversas ocasiones– extremadamente difícil su detección, identificación, monitorización, detención o el internamiento en un centro penitenciario.
Sin lugar a duda el mayor reto lo constituye la desactivación de los FTF, para lo que resulta necesario implementar una política penitenciaria oportuna y un adecuado tratamiento. Estados como Reino Unido o Francia han realizado importantes investigaciones e inversiones para el desarrollo de mecanismos de desradicalización, sin alcanzar grandes éxitos hasta el momento. Resulta necesario concentrar especial atención sobre este tipo de intervenciones y favorecer el desarrollo de planes de prevención de la radicalización (que eviten el afloramiento de nuevos terroristas) y de desactivación.
Finalmente, cabe señalar que la pérdida de protagonismo en la lucha insurgente del Daesh contra el denominado enemigo cercano puede converger en una intensificación de las acciones terroristas en los lugares de origen de los FTF. De tal forma que los potenciales FTF serían radicalizados y adiestrados para actuar dentro de las fronteras de sus propios estados, con el objetivo de conservar su presencia en el plano global.
CITA
[1] También llamado Jabhat al-Nusra. Anteriormente se denominó Front al-Nusra y en la actualidad (desde enero de 2017) es parte integrante del grupo Tahrir al-Sham, junto con otras organizaciones como el Syrian Islamic Front, Ahrar as-Sham, la Brigada al-Tawhid, Ghuraba al-Sham, Fatah al-Islam, Liwa al-Isla, y la Brigada Suqour al-Sham. Esta organización combate contra el Daesh y las Fuerzas Armadas Sirias.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- Amarasingam, A. & Dawson, L. L. (2018). “I left to be closer to Allah”. Learning about Foreign Fighters form Family and Friends. Institute for Strategic Dialogue. Recuperado el 3 de junio de 2018 de www.isdglobal.org/wp-content/uploads/2018/05/Families_Report.pdf
- Bakker, E. (2015). Terrorism and counterterrorism: comparing theory and practice [Material Didáctico]. Leiden University. Holanda.
- Blanco Navarro, J. M. & Cohen Villaverde, J. (2016). Viejo y nuevo terrorismo. Centro de Análisis y Prospectiva. Gabinete Técnico de la Guardia Civil. Recuperado el 18 de mayo de 2018 de http://intranet.bibliotecasgc.bage.es/intranet-tmpl/prog/local_repository/documents/17873.pdf
- Hristova, H. (2015). El fenómeno de los combatientes extranjeros en Siria e Irak: medidas legales en España frente al riesgo de los retornados [Documento de Trabajo]. Centro de Análisis y Prospectiva. Gabinete Técnico de la Guardia Civil. Recuperado el 6 de septiembre de 2016 de http://intranet.bibliotecasgc.bage.es/intranet-tmpl/prog/local_repository/documents/16093.pdf